Las Cuevas del Toll en Moià, en la provincia de Barcelona, son una de las cuevas prehistóricas de Europa más ricas en fauna del Cuaternario.
En estas cuevas prehistóricas se han encontrado restos de fuego y unos pocos sílex correspondientes al Musteriano que demuestran la presencia humana del hombre de Neandertal durante el Paleolítico Medio (entre 100.000 y 40.000 años de antigüedad) en la comarca del Bages.
El complejo de las Cuevas del Toll está formado por la cueva del Toll (1.148 m), la cueva de les Toixoneres (50 m), la cueva Morta (100 m) y la sima del Bassot (avenc del Bassot) (12 m de profundidad). Se supone que antiguamente las diferentes cavidades estaban conectadas entre sí. En ellas se han encontrado abundantes restos arqueológicos y paleontólogicos, desde el paleolítico medio hasta la Edad del bronce.
En el 2007 se creó en los alrededores de las cuevas el Parque Prehistórico de las Cuevas del Toll, cuyo objetivo es la difusión y socialización de la paleontología, la arqueología y el medio natural.
Los materiales arqueológicos recuperados del complejo de las Cuevas del Toll se encuentran expuestos e interpretados en el Museo Arqueológico y Paleontológico de Moià.
Aquellos que estén interesados en la historia no deben perder la oportunidad de visitar estas cuevas prehistóricas y su museo arqueológico para conocer más sobre la presencia humana del hombre de Neandertal durante el Paleolítico Medio.
Hace 10 años, en 2003, se inició un proyecto de investigación arqueológica relacionado con la Coves del Toll y las Coves Teixoneres de Moià. Este proyecto surgió de una pregunta muy sencilla: ¿Había competencia por los recursos entre los neandertales y los grandes carnívoros? Poco a poco, la información proporcionada por ambas cuevas ha permitido a los investigadores afrontar no solo esta cuestión, sino también ha permitido dar respuesta a algunas incógnitas sobre el comportamiento de las comunidades neandertales.
Una de las cuestiones tiene que ver con los conflictos entre humanos y carnívoros en ese periodo, que habitualmente se resolvían a favor de los primeros. A partir del registro arqueológico, se ha averiguado que, normalmente, las cuevas eran ocupadas en invierno por los osos de las cavernas y en primavera por las hienas u otros carnívoros. Ocasionalmente, algunos grupos de neandertales visitaban estas cavidades, rompiendo la dinámica natural de sus residentes habituales.
Por lo visto hasta ahora se cree que, la sola presencia de los neandertales debía ahuyentar a estos animales, los cuales, al igual que hacen hoy en día, preferían pasar desapercibidos por los humanos. En caso contrario, podían ser cazados, como lo demuestran algunas marcas de corte observadas sobre algunos osos de las cavernas de las Coves del Toll, hace 60.000 años, y que prueban su tratamiento por parte de los neandertales.
En cuanto a la organización y estructuración de los campamentos de los neandertales, tradicionalmente eran muchos los que defendían su ausencia. En cambio, la Cova de les Teixoneres sugiere el uso de áreas específicas para fines concretos.
Generalmente, todo se realizaba en torno a los hogares, que se situaban en la zona exterior. Solamente en un caso se utilizó el área más interna para situar uno relacionado con el consumo de un cérvido. La falta de estructuración observada en otros yacimientos, se debe, probablemente, a la acción posterior de carnívoros que, intentando aprovechar los despojos abandonadas por los grupos humanos, posiblemente han removido los restos.
Por otra parte, los grupos humanos que visitan las Coves del Toll y las Coves Teixoneres no parecen ser autóctonos de la comarca catalana del Moianès. Las rocas que utilizan parecen proceder mayoritariamente de áreas alejadas, sobre todo de la comarca de Osona. No obstante, la reiteración en sus visitas a las cuevas sugiere la existencia de unos recorridos bien establecidos para un territorio con puestos clave o de visita obligada, como la Cova de las Teixoneres.
Una de los principales ventajas que ofrece el estudio de los grupos humanos viajeros, como es el caso de los neandertales que visitaban las Coves del Toll y las Coves Teixoneres, es la diversidad de recursos que son capaces de explotar durante sus trayectos. Esto permite visualizar con claridad el espectro de animales que ellos contemplaban como presas.
Ahora mismo, se sabe que en el Moianès los neandertales explotaban la carne de animales pequeños, como las tortugas o los conejos, y de animales muy grandes, como los rinocerontes y los uros, pasando por caballos, asnos silvestres, ciervos, corzos e incluso, jabalíes..
Otra de las cuestiones tiene que ver con el cambio climático. Entre hace 40.000 y 70.000 años antes de ahora, que es el período más estudiado hasta la fecha por lo que se refiere a dichas cuevas, parece producirse una diversidad de ambientes importante. El paisaje habría sido dominado todo el tiempo por una significativa cobertura forestal. No obstante, se registran periodos de fríos rigurosos, durante les cuales en las cuevas aparecen animales como el rinoceronte lanudo y el mamut, y períodos más templados, con presencia de corzo o de asno silvestre. Esto indica que los cambios climáticos ocurridos en los últimos 100.000 años fueron bastante extremos.
Lejos aún de terminar la investigación, las incógnitas resueltas sirven para plantear nuevas preguntas y más objetivos de cara a futuras campañas. Una de ellas es ver qué relación había entre las diferentes modalidades de campamentos neandertales y los cambios climáticos. Es decir, saber si el clima condicionaba los modos de vida de los neandertales y su movilidad por el territorio.
El segundo reto es confirmar si existía una cacería regular del oso de las cavernas por parte de los neandertales. Por ahora, los restos recuperados de estos animales con indicios de haber sido tratadas por los humanos son escasos para dar una respuesta al respecto.