¿Tienes ya preparado tu disfraz? Este fin de semana arrancan los carnavales, en cada país con su particularidad; pero todos con un denominador común: las ganas de disfrutar y reír en la calle.
El origen pagano de estas fiestas se halla probablemente en las antiguas sociedades agrarias y cazadoras cuyas costumbres perviven en las Saturnales Romanas y bajo la posterior cristianización occidental, convirtiéndose entonces el Carnaval en un tiempo de excesos previo a las penitencias de la Cuaresma. El Carnaval supone también una inversión de lo cotidiano, del orden jerárquico aceptado, y, por ello, nunca fue bien visto por los poderes civiles y eclesiásticos, ya que su celebración, eminentemente popular, conlleva fuertes críticas sociales, políticas y religiosas, con el agravante del anonimato que permiten las máscaras y la permisividad que reina en cualquier fiesta.
La llegada del Carnaval anuncia el fin de los meses fríos, de oscuridad. Estas fiestas alegres, vistosas y locas dan una calurosa bienvenida a la primavera, generadora de vida.
Y yo como siempre no quiero perderme la fiesta, sobretodo, porque es una gozada fotografiarla. Y si tengo que elegir un Carnaval que tenga cerca, me voy de calle a Sitges, aunque en los últimos años hay otro que también me está llamando mucho la atención que es el de Tarragona. Además son de lo más vistosos al estilo de los carnavales brasileños, pero en pequeño formato.
El Carnaval de Sitges es un sorprendente espectáculo que dura toda una semana. Los desfiles (Rúas) son una verdadera exhibición de creatividad estética y artística. Riqueza de vestuario, maquillaje, plumas, lentejuelas, atrevidos modelos de fantasía, inverosímiles escenarios teatrales encima de plataformas móviles.
En carnaval todo vale, ¿a qué esperas para perder el control?