De todas las batallas que se libraron durante la guerra civil española, la del Ebro es la más crucial, no sólo por su fiereza, sino porque tras ella quedó históricamente decidido el resultado de la contienda. Fue una batalla de «cien días» -se desarrolló entre el 25 de julio de 1938 y el 14 de noviembre del mismo año- en el marco de una guerra de «mil días», la guerra de España.
Ambos frentes, con casi un cuarto de millón de soldados en sus filas, definieron el juego estratégico y la conducción de las operaciones militares en un radio de acción de 50 kilómetros, cuyo centro debemos situar en Gandesa. La repercusión de la batalla tanto en la política nacional como más allá de nuestras fronteras fue enorme; supuso, entre otras cosas, la retirada de las Brigadas Internacionales así como el reconocimiento de la España de Franco en el horizonte internacional.
El ejército del Ebro se constituyó en mayo de1938, agrupando en tres cuerpos, el V, el XV y el XII, las unidades más aguerridas y mejor formadas, las que más se habían distinguido en el frente de Aragón.
Según el historiador Félix Vidal, el ejército republicano era un ejército moderno, perfectamente estructurado, con un potencial humano y un cuadro de mandos difícilmente superable. Su único punto débil era su escasez en armamento pesado, vehículos acorazados y sobre todo aviones, tanto bombarderos como cazas, consecuencia de la política de “no intervención” seguida por los países supuestamente democráticos, Francia y Gran Bretaña. Estos países no solo se negaron a vender material bélico al gobierno legítimo de España, sino que hicieron todo lo posible por entorpecer la llegada de material procedente de la Unión Soviética, el único país dispuesto a ayudar a la república en su lucha contra el fascismo.
La primera fase de la batalla fue un éxito; se logró el objetivo de obligar al alto mando franquista a retirar y transferir hacia el frente del Ebro. La batalla del Ebro se inició en la noche del 26 de Julio con el cruce del río por las fuerzas de vanguardia de los tres cuerpos de ejército, en una operación modélica, que permitió en cuestión de días situar al grueso del ejército al otro lado del rio, ocupando los pueblos de la ribera y adentrándose decenas de kilómetros en el terreno montañoso de las sierras de Pandols, Cabals y Fontarella. La primera fase de la batalla fue un éxito; se logró el objetivo de obligar al alto mando franquista a retirar y transferir hacia el frente del Ebro algunas de las unidades de su ejército que después de alcanzar la costa del Mediterráneo marchaba hacia Valencia.
Así, durante un tiempo, se detuvo el avance de las tropas franquistas a lo largo de la costa. La caída de Valencia hubiera sido un golpe mortal para la República. La batalla del Ebro demostró que de haber podido contar el ejército con una artillería y unas fuerzas aéreas comparables a las del enemigo, el ejército republicano era perfectamente capaz de derrotar al ejército rebelde, por mucha ayuda de recibiese de los países del eje fascista. El destino de la República española estaba en manos de las dos principales potencias democráticas europeas, Francia y Gran Bretaña. Estas prefirieron sacrificar a la República española y tratar así de apaciguar a las potencias de Eje y evitar lo inevitable, la Guerra Mundial contra el fascismo.
El historiador también considera decisivo el bombardeo de la Legión Cóndor en la contraofensiva realizada por el ejército sublevado en el devenir de la batalla. La llegada de importantes refuerzos, particularmente en artillería y fuerzas aéreas, le permitió al ejército franquita detener el avance de nuestras tropas que no consiguieron ocupar el pueblo de Gandesa, su principal objetivo inmediato. A partir de entonces y durante cerca de tres meses, nuestras posiciones de vanguardia y los puentes, vitales para asegurar el suministro de nuestras tropas, fueron sometidos a intensos y constantes bombardeos tanto por la artillería como desde los aviones de la Legión Cóndor alemana. Fueron meses de fortísimos combates en los que ciertos vértices de la sierra Pandols tenían que abandonarse durante el día ante la intensidad de los bombardeos, y se recuperaban la noche siguiente en combates que llegaban a ser de hombre a hombre. Hay que destacar aquí el valor, la valentía y el espíritu de sacrificio de nuestros soldados, y en particular de los comisarios cuyo lema era” los primera en atacar, los últimos en retroceder”.
Y la retirada de las Brigadas Internacionales fue definitiva para la derrota de la República. “Alemania e Italia no cumplieron lo prometido y las únicas fuerzas extranjeras que fueron retiradas fueron las Brigadas Internacionales” La proposición fue aprobada por unanimidad. De haberse aplicado en ambos lados, teniendo en cuenta la importancia de la participación de tropas alemanas e italianas en el ejército franquista, el balance de la guerra hubiera cambiado radicalmente. Pero Alemania e Italia no cumplieron lo prometido y las únicas fuerzas extranjeras que fueron retiradas fueron las Brigadas Internacionales. La Comisión internacional creada para el control de dicha retirada, instalada en Barcelona, y a la que fui destinado, contabilizó poco más de treinta mil los combatientes retirados de nuestro ejército. Del ejército franquista no fue retirado ni un solo soldado, ni un solo tanque, ni un solo avión. La Sociedad de Naciones no tomó ninguna medida. Una vez más la República Española era traicionada por las supuestas democracias occidentales. Ante esta situación, la Unión Soviética procedió a un importante envío de armamentos de todo tipo. Este llego a un puerto francés de la costa atlántica – el Mediterráneo estaba controlado por la flota italiana – y fue retenido por las autoridades francesas”, nos explica el historiador.
Por qué la República perdió la guerra es un tema que siempre ha levantado controversia y en el que es difícil que se pongan de acuerdo los historiadores, según de qué ideología sea. Éste es el título y el punto de partida de uno de los últimos libros de Stanley G. Payne, en el que el autor nos explica las causas de la derrota republicana, y cuya publicación ha suscitado polémica y reproches por parte de algunos historiadores.
Según Stanley G. Payne, la derrota excitó amargas reflexiones en una buena parte de los republicanos; la mayoría eran excusas, y solo algunas tenían un carácter relativamente objetivo. Casi todos los republicanos preferían atribuir la victoria de Franco a la intervención del Eje y a la mayor potencia de sus Fuerzas Armadas, aunque otros evaluaron la situación con más claridad: hubo quien puso el acento en la desunión de la izquierda, así como en la desastrosa dirección de los partidos que la representaban. Aunque el resultado de la guerra ya era definitivo, la cuestión de la derrota no se resolvió y las dudas respecto a los errores republicanos, sus debilidades o excesos, se han mantenido como problemas históricos relevantes. Los factores que explican la derrota republicana pueden sintetizarse analíticamente en torno a una serie de temas clave. Algunos de los problemas son anteriores a la Guerra Civil, comenzando por el error de no intentar evitar el conflicto.
En definitiva, hablar de la Guerra Civil siempre es un tema de controversia.
Desde hace unos ocho años la localidad aragonesa de Fayón se realizan unas jornadas de recreación histórica que conmemoran a todos aquellos participaron y dieron sus vidas en tan cruel batalla y que sirven para recordar la forma de vida de unos años muy oscuros de nuestra historia, pero sobretodo, como muchos de sus participantes creen para «no guardar rencor, que se sepa qué pasó, para que nunca vuelva a pasar». Desde xavicalzada.com les rendimos homenaje con un ebook que he realizado para la ocasión, con 130 págs de fotografías de las cinco recreaciones a las que he podido asistir.