Un estallido de confeti y un baño de colores, payasos que tragan sables y escupen globos, muñecos de goma-espuma que entonan un viejo blues sureño, malabaristas vestidos de hombre-rana y una paloma que sale de la oreja de un atónito abuelo.
Música, feria, alegre bullicio. Olor a algodón dulce y a garrapiñadas.
Dos duendes persiguen a una niña que llora de la risa, una comparsa de viudas plañideras reparten la fortuna de su difunto esposo, un trapecista que siempre tropieza, un super-héroe que no sabe volar, tres enormes gamusinos lanudos caminan sobre las cabezas de la gente y una tropa napoleónica tira de un gigantesco cañón que dispara flores.
Una docena de bailarines de claqué dedicados a partir nueces, un pitufo dormilón que invita a las chicas guapas a meterse en su cama y luego no las deja marchar, seis hormigas que buscan a su reina, una caja de música que pasea sola y que, de rato en rato, permite salir a la bailarina de ballet.
Carcajadas, suspiros, algarabía y sorpresa.
Una batucada en la plaza, un ojo azul brillante que se guiña desde el escenario sólo para ti. Un zancudo ofrece una flor a una anciana que se sonroja en su balcón.
Flotan pompas de jabón, llueven pequeños poemas, se encienden farolillos en la noche.
Un dragón serpentea entre la multitud, le guardan dos docenas de diablos agitando sus bengalas y le siguen cientos de niños alborotados. Una calavera gigante se parte como un melón y de ella salen una cuadrilla de vampiros-casanova. Las señoras corren a esconderse entre risas pícaras.
Un argentino cuenta un cuento y se hace un silencio en la plaza, al menos hasta que termina. Un ajado sombrero de copa pasa de mano en mano, tintinean las monedas y al marchar no hay nadie que no sostenga una sonrisa.
Una traga-fuegos juega con el peligro y sale victoriosa. Un acordeón ataca Nadiushka al resplandor de las antorchas y las sombra, proyectada en la pared, bailan al son de la melodía.
Una musa desciende de los cielos deslizándose entre el fru-fru del terciopelo, pero nunca toca el suelo. Un submarino terrestre vomita peces vestidos de buzo que luego pescan entre sus redes a los despistados y a los valientes.
Conversación, carcajadas y bocadillos a la luz de la luna. Los audaces remontan los callejones repletos, los perezosos se sientan un rato, pero aguantan por miedo a perderse algo. No hay tregua en el país de las maravillas.
Bolas de discoteca, robots que cantan por soleares, boxeadores ciegos, libélulas que brillan en la oscuridad, fuegos artificiales.
Todo eso, cuatro días y tres noches. Y tú, y yo, amigos anónimos, si te animas y vienes.
Te espero el segundo fin de semana de septiembre, en un pueblecito de Lérida que ya es famoso en toda Europa.
Te espero en la FIRA DE TEATRE AL CARRER DE TÀRREGA (festival de Teatro callejero de Tárrega).
Texto: Sergi Álvarez
El pase de diapositivas que podréis ver a continuación —clickar en la imagen para pasar a la siguiente fotografía más rápido— es una recopilación de 48 momentos mágicos, entrañables y divertidos, que he podido presenciar en Tàrrega desde el año 2006. Para mi Tàrrega es la cita ineludible en el calendario festivo catalán. Cada año intento por todos los medios poder estar los cuatro días que dura el festival. No es solo teatro, es circo, es danza, es fiesta y un sinfín de cosas más. Es el festival de las artes escénicas de Cataluña.