La plaza de Sant Pere de Berga se ha hecho pequeña para acoger a los millares de personas que han participado en la Patum, que se ha alargado hasta bien entrada la madrugada.
La Patum es una escenificación sacro-histórico-popular nacida y derivada de las antiguas representaciones de teatro religioso medieval, reinterpretando y reconduciendo celebraciones paganas anteriores. Es una fiesta tradicional y popular que se celebra a la ciudad de Berga (Barcelona) durante la festividad del Corpus.
Se trata de una representación concebida a partir de los entremeses que desfilaban y actuaban en las antiguas procesiones del Corpus medieval y que, con el paso de los siglos, acabaron obteniendo entidad propia y conformando la Patum.
La Patum nació con un carácter civil y laico. Acabó siendo el poder terrenal al que la procesión era el poder celestial. Este fenómeno tuvo lugar en diferentes poblaciones catalanas, pero se extinguió a causa de las prohibiciones promulgadas por los poderes civil, eclesiástico y real, de manera que pocas manifestaciones sobrevivieron al Concilio de Trento (1545-1563). De todas las antiguas representaciones únicamente en Berga se ha mantenido y conservado a lo largo de los siglos.
“el conjunto de La Patum constituye un espectáculo de teatro popular verdaderamente notable y, con toda probalidad, único. Nosotros no conocemos ningún otro lugar donde se conserven en estado tan activo episodios y elementos de los entremeses antiguos, que formen un conjunto tan armónico, ni que resulten tan espectaculares, siempre, naturalmente, en el plano de simplicidad que comporta el teatro de plaza. El conjunto de La Patum es un notable documento de valor arqueológico, dentro de las representaciones que habían contribuido al esplendor de la fiesta eucarística”
Joan Amades
La Patum se ha convertido en una manifestación de teatro popular única en el mundo, una celebración que se ha escenificado prácticamente sin interrupción desde finales del siglo XIV y que en el 2005 obtuvo la declaración de Obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Para un buen patumaire, el Jueves de Corpus es una cita obligada y sinónimo de fiesta grande. Prueba de ello es que la plaza de Sant Pere cada año se llena con miles de personas que participan en la Patum Completa.
Els Turcs i cavallets, les Masses, les Guites, l’Àliga, els Nans vells, els Gegants y els Nans nous.
En medio de las danzas y el fuego podemos destacar tres grandes momentos: las Guitas, l’Àliga y los Salts de Plens.
La Guita, una bestia fantástica con un cuello larguísimo que escupe fuego a diestro y siniestro todo evolucionando por la plaza de San Pedro al ritmo del Tabal. Actualmente hay dos guites: la Guita Grossa, que es la más antigua, y la Guita Xica, que fue creada en el siglo XIX.
El baile de l’Àliga. Considerada la más importante de la Patum, l’Aliga, es sin duda la figura más señorial, símbolo del poder (representado por la corona ducal que lleva), también lleva el escudo de Berga. Su danza es la más delicada, con un rápido juego de pies, con pausa y solemnidad aumentado al ritmo de la música, para terminar girando sobre sí misma con gran velocidad.
Y los Plens. Los esperados Salts de Plens son la apoteosis de la fiesta, una auténtica orgía de pólvora, fuego y humo donde los diablos saltan al son del Tabal y se mezclan con la multitud al ritmo de la música, convirtiendo la plaza de San Pedro en un auténtico infierno. Los Plens son diablos de fuego que se protegen con ropa gruesa, hierbas frescas y con una careta. Los diablos llevan látigos en los cuernos y en la cola. Además, llevan a un acompañante que los guía en medio del humo y de la multitud. Para que os hagáis una idea, en cada uno de los saltos se han llegado a quemar unos 1.000 látigos.
La Patum tiene una gran importancia etnológica, histórica, artística, sociológica, teatral y musicológica. No es tan sólo una fiesta, sino un documento excepcional de la cultura popular y tradicional y una expresión de los sentimientos y emociones de toda una comunidad.
El Salt de Plens se vive con mucha emoción por parte de sus protagonistas. Josep Freixa, uno de los organizadores de los plens, ha expresado que éstos son la “apoteosis” de la Patum. Según Freixa, es la “expresión más emotiva de toda la fiesta”. Sin embargo, hay algún momento de “peligro” y “pánico” que es cuando los plens “los van tapando y casi no ven nada”.
Por otra parte, Núria Aranda, que hace quince años que da el Salt de Plens, ha expresado que es una sensación “que no se puede explicar”. “Notas una emoción interior que la vives mucho y te gusta”.
La participación del pueblo ha sido fundamental para la perpetuación de la fiesta. Los patumaires han dado forma a la Patum y la han mantenido viva en el tiempo. Su continuidad está asegurada con la Patum infantil que se celebra desde el año 1956. Niños y niñas que ya desde bien pequeños aprenden a hacer bailar las comparsas, son los futuros patumaires, aquellos que harán posible que la esencia de la Patum se mantenga y que la fiesta continúe.