El día comienza temprano. son las 7h de la mañana, acabo de llegar de Barcelona y hace un frío de cojones. Es 30 de diciembre, y como cada año, la población de Centelles celebra su “festa grossa”. Se nota la emoción en el ambiente. El pueblo ha esperado con ansia la celebración de este día. La misa comienza temprano, a lo lejos se dejan sentir ya los primeros disparos.
La gente comienza a salir de su casas, preparada. Me queda un largo trecho hasta la explanada del bosque, se encuentra no muy lejos en las afueras del pueblo. Este año se encuentra en un sitio diferente, se ve que el propietario de las tierras estaba cansado de que cada año le cortaran un pino.
Me encuentro con un grupo de galejadors, y les pregunto si voy en buena dirección y sigo adelante. Todavía es temprano y el trayecto se me hace un poco largo. Me recuerda mis días del camino de Santiago, cuando nada más levantado uno se ponía en marcha en busca del camino a seguir. Los disparos suenan cada vez más fuertes.
Tras el desayuno, butifarras y vino blanco a tutiplén, comienza el ritual. Cortar el Pino a golpes de hacha, todo un espectáculo digno de ver. Una vez cortado es subido a fuerza de brazos encima del carro que lo transporta, hasta la iglesia del pueblo. Mientras tanto, los escopetazos aumentan por momentos. Los galejadors que lo transportan durante el trayecto van disparando sus armas en un ritual a la vez estrepitoso, contundente y excitante. Las calles se llenan de humo y, envuelto de un ruido espeso, el público busca, como puede, la manera de protegerse.
El carro está entrando en la Plaza Mayor, no cabe un alfiler, está llena de gom a gom. Suena un estruendo de cientos de trabucos disparándose a la vez. “Es impresionante. Gracias a Dios hoy me traje mis tapones para los oidos. Ya no salgo nunca sin ellos. Uno no sabe lo que se puede encontrar”. Suenan sin cesar, una y otra vez en una explosión de jubilo que no puedo describir. Hay que estar allí para sentirlo. Y de repente se hace el silencio, y comienza el Ball del Pi.
Una vez finalizado, todo el mundo se dirige a la iglesia, el Pino es bajado del carro y subido por las escaleras hasta la entrada del templo, donde se le hace bailar al cántico de “Ara balla el Pi, sí, sí. Ara balla el Pi, no, no” o “Julí, julí, julí, ara si que balla el pi” . Acabada la danza, el Pino es entrado en el interior de la iglesia, donde es atado por la parte inferior de tronco y colgado boca abajo sobre el altar mayor, mientras los galejadors entonan el Himno de Centelles.
“Patrona de Centella,/Coloma, ave del cielo,/guía hacia el camino de la estrella/a este pueblo fiel”
Ha sido una mañana larga, estoy cansado, lleno de ceniza, por fin puedo volver a casa, pero ya estoy deseando volver otra vez.