El castillo de Miravet es una fortaleza imponente rodeada por una muralla de 25 metros de altura que parece surgir de las rocas y situada sobre un cerro, domina el curso del Ebro y las tierras de alrededor.
Su posición estratégica ha hecho que allí se sucedieran los asentamientos desde la prehistoria y le ha otorgado un papel importante en diferentes conflictos.
Todavía hoy se pueden apreciar parte de las estructuras de la fortaleza andalusí sobre la que se levantó el castillo templario, inmediatamente después de la conquista de estas tierras por parte de Ramón Berenguer IV. El castillo se donó a la orden del Temple que lo convirtió en la sede de la provincia templaria de Cataluña y Aragón, durante lo que sería el periodo de mayor poder y esplendor de la historia de Miravet. El final de esta etapa significó también el episodio más dramático de su historia, con un asedio de más de un año, que precedió a la desaparición de la orden del Temple.
A pesar de que posteriormente, el castillo fue remodelado para adaptarlo a las exigencias defensivas que comporta la aparición de la artillería, el aspecto y las estructuras que nos han llegado son esencialmente obra de los templarios. Por ello, Miravet se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar catalana de los siglos XII-XIII.
Dado su propósito defensivo los muros prácticamente no tienen aberturas. El castillo que toma formas rectilíneas es construido con sillares rectangulares, bien cortados y alineados en hileras muy regulares. A pesar de tener una apariencia menos resistente, la muralla norte tiene un grosor considerable para resistir el impacto de los cañones. Una de las partes débiles del castillo era su entrada, para que no sea frontal es alineada a los muros del castillo y resguardada por una barbacana, la cual tenía la función de atrapar a los atacantes entre muros y someterlos a los ataques desde las torres. La muralla norte está reforzada por cinco torres adosadas y avanzadas de manera que los defensores disponían de un radio de acción más amplio.
Destacan también las aspilleras en las murallas de levante, donde a través de la rendija los artilleros disparaban armas de fuego. En el castillo también encontramos las caballerizas, donde se guardaban los caballos, la terraza inferior donde había corrales, huertos y en algún momento un cementerio, la cocina o refectorio, el patio de armas o la grandiosa iglesia románica.
El fin de los Templarios
La orden del Temple fue una institución medieval de carácter religioso y militar, nacida en el siglo XII y disuelta a principios del XIV. La fundó el caballero francés Hugues de Payens en Jerusalén, en el año 1118, en la época de las cruzadas, con el apoyo de las autoridades civiles y religiosas de Jerusalén. Al principio, los templarios eran un orden modesto que se dedicaba a escoltar a los peregrinos que viajaban hacia Tierra Santa. Pero con el concilio de Troyes de 1129, que supuso su aceptación dentro de la Iglesia, la Orden del Temple comenzó su expansión política y económica en toda Europa.
Los templarios organizar un sistema bancario de ámbito europeo que prestaba dinero a personajes muy poderosos, como Felipe IV de Francia, que contrajo numerosas deudas. Para solucionar sus problemas económicos, este monarca decidió poner fin a este orden. El acusó de herejía y sodomía, e inició una persecución que el mismo papa Clemente V desaprueba. Mediante la tortura, Felipe IV logró que algunos templarios confesaran los crímenes ante el papa, que finalmente quedó convencido de los cargos que se atribuían a la orden y autorizó la persecución.
Pero en 1307, a instancias del papa Clemente V y del rey Felipe IV, Jaime II ordenó la detención de los templarios en su reino. Los caballeros del castillo de Miravet resistieron durante doce meses, y se convirtieron, así, en el último reducto a la Corona, capitaneado por fray Ramón de Saguàrdia y fray Berenguer de Sant Just.
Finalmente, el 12 de diciembre de 1308 la orden del Temple se rindió pacíficamente. En el año 1317, el castillo y numerosas posesiones más, pasan a manos de la Orden del Hospital dependiente de la Castellanía de Amposta.