Gerona fue el escenario de unas jornadas de recreación histórica sobre la Guerra de Sucesión. Las jornadas, bautizadas como “Girona Resisteix (Gerona resiste)!” agruparon unos 130 recreadores históricos que participaron en la que sin duda fue la recreación más grande que se hizo sobre la Guerra de Sucesión en Cataluña en el marco de la conmemoración del Tricentenario.
El Ayuntamiento de Gerona colabora en la organización del evento, que ha sido impulsado por la entidad Miquelets de Gerona.
Los recreadores tomaron durante todo el fin de semana las calles de Gerona ante la sorpresa de turistas que habían venido a visitar la ciudad. Y es que Gerona tiene un encanto especial para realizar una recreación, la ciudad parece sacada de una película de guerra. Escenarios como el Puente de Piedra, las escaleras de la Catedral, el paseo arqueológico y el Portal de Sant Cristofol, así como la Plaza Sant Domenec se llenaron durante estos días de soldados reviviendo la historia de los hechos de Gerona: la entrada de las tropas austracistas en octubre de 1705, el asedio borbónico exitoso de 1710 y el sitio austriacista no exitoso de 1712.
Aparte hubo otras actividades complementarias durante todo el fin de semana, conferencias, el campamento de época barroco instalado en La Copa, la presentación del Regimiento de la Ciudad, así como varios desfiles, y una jura de bandera como se hacía en la época que tuvo lugar en la plaza del Vi.
Aunque el proyecto nace aprovechando la celebración del Tricentenario, la voluntad de los organizadores es dotarlo de continuidad en los próximos años.
Gerona durante la Guerra de Sucesión (1705-1714)
El conflicto internacional de la guerra de Sucesión estalló como consecuencia de la muerte sin descendencia del último rey hispánico de los Habsburgo, Carlos II. Éste nombró su sucesor al nieto del rey de Francia Luis XIV, Felipe de Anjou, lo que provocó la oposición del imperio austríaco, Inglaterra y Holanda, que se enfrentaron a los ejércitos español y francés a partir de 1702.
El 14 de enero de 1702 tuvo lugar en Barcelona el acto solemne de clausura de las cortes en las cuales Felipe V juró las Constituciones, al cabo de un siglo de inexistencia de cortes concluidas. A pesar de esta adhesión institucional al rey borbón, la sociedad catalana se decantó, tres años después, por el archiduque, en parte, por el amplio sentimiento antifrancés que se había originado durante las últimas décadas del anterior siglo XVII, consecuencia de las repetidas y constantes ocupaciones del territorio, la última en 1697, y en parte por la existencia de un proyecto económico mercantil e industrial incompatible con los intereses franceses y también político, basado en el constitucionalismo catalán.
En la canalización del descontento político influyó un sólido partido austriacista formado por burgueses importantes, nobles y eclesiásticos, pero también tuvo su peso el aspecto económico materializado en el cobro de los servicios votados en las Cortes, lo cual provocó notables protestas en Gerona y Vic, fiscalización agraviada a partir de 1704 por los métodos absolutistas del virrey Velasco ante las Constituciones.
Por otra parte, la popularidad del último virrey de los Austria, Georg von Hessen-Darmstadt, el príncipe de Darmstadt, fué un elemento indiscutible de atracción de simpatías hacia esta dinastía. Finalmente, el soporte internacional, con la firma del pacto de Génova y la llegada de la armada aliada el verano de 1705, al mando del almirante Sir George Rooke, acabaron de decantar a los indecisos a favor del archiduque e hicieron posible el alzamiento del pais y la toma de Barcelona en octubre de 1705.
En general, la actitud de los municipios ante este hecho fue de expectación, si bien la denominada revuelta de los vigatanes, iniciada en 1704, había conseguido movilizar un contingente importante. La política llevada hasta sus últimas consecuencias por el Consejo de Ciento, tuvo una especial incidencia en las poblaciones con una guarnición militar importante, como era el caso de Barcelona y Gerona, que se entregó al archiduque el 12 de octubre. Estas ciudades, con Lleida y Tarragona, fueron las últimas en capitular. Los municipios, que no actuaron jamás unánimemente, alteraban su posicionamiento hacia uno u otro candidato según la presión exterior que recibiesen, de los avatares de la guerra y del balance de fuerzas de los dos partidos.
En septiembre de 1705, poco antes de la toma de Gerona por los austriacistas, el militar francés Recco avisaba a sus superiores que el número de gente armada para defenderla era reducido y que su buena voluntad áun es menor, por lo cual no podemos fiarnos en absoluto; las autoridades locales procuraron preparar la defensa ante un posible ataque austriacista, sin encontrar el soporte de la población ni de las cofradías.
Al final, la presión del noble Ramón de Belloch y Esteve Andreu, unos de los contribuyentes más importantes de Gerona, que habían traído un mensaje del archiduque para la ciudad, hicieron decantar las autoridades hacia una entrega pacífica.
El partido del archiduque contó, desde el primer momento, con una considerable representación de eclesiásticos que colaboraron en la difusión de la causa austriacista, de palabra o mediante impresos, y organizando el partido, estableciendo contactos, preparando reuniones en conventos e iglesias, pero también militarmente, como en 1706 cuando fueron movilizados 110 religiosos regulares para defender la muralla del convento de Santo Domingo, organizados en tres compañías, con sus cabos, a las órdenes del abad de San Pedro de Galligants. Esto se organizó en ausencia del obispo Miguel Juan de Taverner i Rubí, quien, a su regreso, hizo indagaciones para castigarlos.
Texto: http://www.pedresdegirona.com